sábado, 14 de noviembre de 2009

Finales Felices ¿bien está lo que bien acaba?

En primer lugar, amigos, se impone una disculpa, unos golpecitos de pecho por llevar tanto tiempo si actualizar el blog. Los que me conocéis, sabéis que hay elementos de pequeño tamaño, pero gran importancia, que me mantienen en estado de permanente atención, ocupándome prácticamente todo el tiempo que no trabajo.

No obstante, por una vez (y sin que sirva de precedente) el post de hoy no será un lamento, sino que como su título indica, hoy os hablaré de historias que terminan bien, con musiquilla de fondo y sus personajes principales caminando de la mano, hacia el sol poniente.

La casualidad ha querido que los dos temas tratados anteriormente hayan tenido una solución satisfactoria casi al unísono, por lo que me parece importante hacerlo constar, que no van a ser todo quejas

Respecto a los protagonistas de mi primer post, "La Ley del miedo", hay que decir que, finalmente y con un tremendo retraso, Paco y Luisa obtuvieron su sentencia deseada: “debo absolver y absuelvo….”, de manera que ya pueden vivir su amor sin temores, como personas de nuestro tiempo y no como los Montescos y Capuletos en que la Justicia les había convertido. No puedo dejar de imaginármelos viéndose a hurtadillas, ocultándose de las miradas de extraños, amantes clandestinos. Quizá la sentencia suponga para ellos la ruptura de una hermosa aventura, devolviéndoles a la rutina. O quizá le hayan cogido el gusto y sigan haciéndolo a partir de ahora. Les deseo, desde aquí, la mejor de las fortunas a ambos.

Pero no acaban aquí las buenas noticias, no. Respecto al post sobre los manteros en la cárcel, poco después de escribirlo, solicitaron mi colaboración, como miembro del Servicio de Orientación Jurídica Penitenciario, en un proyecto organizado por nuestro compañero Julián Ríos, para solicitar el indulto a todos los manteros en prisión, y su inmediata libertad. Poco a poco, están empezando a salir y parece que la situación va corrigiéndose. Así que, nuevamente, “Fueron felices y comieron perdices”.

No es que me haya vuelto un optimista antropológico zetaperiano, que hasta ahí podíamos llegar, pero, para una ocasión que tengo de dar buenas noticias, no podía resistirme.

Buen fin de semana a todos